
Un día, en tu camino aparece alguien, y compartes con él tu vida, tus esperanzas, tus gozos, tus dudas, tus ilusiones y tus recuerdos,... y por un tiempo, la entrega mutua crea un palacio de cristal en donde los duendes del amor brincan y juegan. Luego, llega un día en que los caminos de nuestras vidas se separan, y con el dolor del alma en la mirada extiendes los brazos intentando tocar una vez más las yemas de sus dedos en la nada.
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