Al final, el infierno no está esperándonos en la otra vida, ni es lo que tanto nos han sermoneado: llamas y cuerpos retorciéndose de dolor mientras el demonio se alegraba de engrosar la cifra de malvados. ..
El infierno está en la própia vida, en el día a día. Hay que hacerse cargo de la própia sombra que nos ha tocado llevar, pues nadie nos puede salvar de llevarla a cuestas.