lunes, 1 de marzo de 2010

Inocentes encarcelados por el pecado de ser perros.





Inocentes prisioneros contemplan más allá de las rejas con miradas suplicantes a la espera de ser elegidos por algún adoptante "ángel de la guarda". Algunos,... muchos, ... la gran mayoría, jamás salen vivos de aquí.











La muerte de ciertos seres humanos me tiene a veces sin cuidado, pero la de un perro no me deja nunca indiferente. Siempre sostuve que estos animales son mejores que muchas personas, y que cuando uno de nosotros desaparece del mapa, el mundo no pierde gran cosa, a veces, incluso se libera de un verdugo o de un imbécil... pero cada vez que muere un buen perro, todo se vuelve mas desleal y sombrío.







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